martes, 30 de abril de 2013

El dormilón. Woody Allen. 1973.




FICHA TÉCNICA

Título: El dormilón
Título original: Sleeper
Dirección: Woody Allen
País: Estados Unidos
Año: 1973
Duración: 89 min.
Género: Comedia, Ciencia ficción
Calificación: No recomendada para menores de 13 años
Reparto: Woody Allen, Diane Keaton, John Beck, Mary Gregory, Don Keefer, John McLiam, Bartlett Robinson, Chris Forbes, Mews Small, Peter Hobbs, Susan Miller, Lou Picetti, Jessica Rains, Brian Avery, Spencer Milligan, Stanley Ross, John Cannon

Distribuidora: Metro-Goldwyn-Mayer (MGM)
Productora: Rollins-Joffe Productions
Presupuesto: 2.000.000,00 $
Casting: Lynn Stalmaster
Departamento artístico: Barry Bedig, Charles Deaton, Dianne Wager, Gary Martin, Jack M. Marino
Departamento de transportes: Joe Sawyers
Departamento editorial: Trudy Ship
Departamento musical: Felix Giglio, Phil Ramone
Diseño de producción: Dale Hennesy
Efectos especiales: A.D. Flowers
Efectos visuales: Bill Hansard, Harvey Plastrik
Fotografía: David M. Walsh
Guión: Marshall Brickman, Woody Allen
Maquillaje: Del Acevedo, Janice Brunson
Montaje: O. Nicholas Brown, Ralph Rosenblum, Ron Kalish
Música: Woody Allen
Producción: Jack Grossberg
Producción asociada: Marshall Brickman, Ralph Rosenblum
Producción ejecutiva: Charles H. Joffe
Sonido: Al Gramaglia, Jack Solomon, Jess Soraci, Norman Kasow
Vestuario: Arnie Lipin, G. Fern Weber Joel Schumacher 

Sinopsis:

Tras permanecer 200 años en estado de hibernación, Miles Monroe, clarinetista y propietario de una tienda de comida sana, despierta en el año 2.174 en una América regida por un estado policial que vigila día y noche a todos los habitantes del país, es decir, a aquellos que habiendo sido ciudadanos han dejado de serlo para convertirse en súbditos, en autómatas. 

Interesante:

El dormilón pertenece a la que se considera la primera etapa de Woody Allen como director y dentro de ésta, es una pieza más del dibujo satírico que Allen realiza de la sociedad norteamericana con el añadido de ser su primera colaboración con Diane Keaton y, también, la primera vez que un Allen se abría con los ya habituales créditos iniciales con letras blancas sobre fondo negro. Todas las películas de esta primera etapa son el fruto de una mente privilegiada, un humorista sin límites que siempre consigue arrancar la risa más emocional del espectador. Sin olvidar que El dormilón cuenta con la peculiaridad de tener su Banda Sonora tocada por la banda de jazz en la que toca habitualmente Woody Allen: The New Orleans Funeral Ragtime Orchestra.

El dormilón era un principio un film ambicioso, de cuatro horas de duración, siendo las primeras dos horas (y con un intermedio, según Allen, para descansar y comer algo) la vida de Miles Monroe como vendedor de productos macrobióticos y, las dos restantes, ambientadas en el futuro, tras la criogenización de Miles por accidente durante más de doscientos años: «El médico dijo que me iría a casa en dos días, ¡sólo se equivocó de 199 años!»– En palabras de Allen: «Bueno, quería hacer una especie de película payasesca, una película visual en ese sentido. En su mayor parte me pareció muy fácil». 
Hay que tener en cuenta que Allen venía de realizar el tour de force episódico de Todo lo que siempre quiso saber sobre el sexo y nunca se atrevió a preguntar (Everything You Always Wanted to Know About Sex, But Were Afraid to Ask, 1972) y que posteriormente, refinaría su humor volviéndolo menos burdo y más cerebral en la magnífica La última noche de Boris Grushenko, con lo que hay que entender El dormilón, al margen de cómo un Allen pleno de la época, un avance personal del realizador hacia una incierta búsqueda estética, que pese a todo, no acaba de completar. Aún así, El dormilón resulta una de las películas más divertidas de Woody Allen, y aunque cuenta con el habitual bajón de ritmo a media película (otra característica de todas estas obras), tiene lugar en ella tanto momentos antológicos de la comedia alleniana –y por extensión de la norteamericana– ( La secuencia de la fiesta en el apartamento de Luna, con Miles controlando a escobazos un pudding gigantesco, o con la escena en la que los invitados, vía Miles, se pasan unos a otros una esfera de esencia lisérgica, que acaba por “colocar” al propio Miles que se niega a ceder la esfera, gozoso en su disfrute, y que acaba por el intento de Miles de atrapar sexualmente a una de las invitadas de la fiesta), como algunas de sus citas más célebres: «¿Dañar el cerebro? Pero si es mi segundo órgano favorito”.

Así mientras Allen nos recuerda que sus padres son unos judíos ortodoxos que le atormentaron durante su niñez, se descubre como un experto en curar la frigidez –en el futuro de El dormilón no sólo se ha descubierto que el tabaco es bueno para la salud, si no que todas las mujeres son frígidas y los hombres impotentes– y vuelve a embutirse en la piel de un revolucionario cobarde, que sin embargo acaba por salirse con la suya. Allen aprovecha además para citar a Chaplin, el gag mudo cuando le explican que ha sido despertado tras una criogenización, a Groucho Marx, con quien comparte la pasión de uno por sus gafas como la del otro por el puro y el bigote falso (recordemos que Miles es congelado durante doscientos años... con las gafas puestas y envuelto en papel albal), e incluso a Jacques Tati, pues tanto la secuencia en la cocina ultramoderna, como en su trabajo con el celuloide, recuerdan más que por casualidad al universo de Tati en Mi tío (Mon Oncle, 1957), que a su vez heredaba estilo del Tiempos modernos (Modern Times, 1935) de Chaplin. Y si en Hannah y sus hermanas dedicaba un canto a la vida mientras Mickey Sachs veía Sopa de ganso (Ducks Soup, 1933. Leo McCarey), en El dormilón, Woody es más basto y recrea la escena del hospital de Un día en las carreras (A Day at the Races, 1937. Sam Wood), esta vez con Keaton y Allen intentando clonar la nariz de “El líder”.

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