jueves, 30 de mayo de 2013

Porco Rosso. Hayao Miyazaki. 1992.



FICHA TÉCNICA

Título: Porco Rosso.
Título original: Kurenai no Buta.
Año:1992.
Duración: 94 min.
País: Japón.
Director: Hayao Miyazaki.
Guión: Hayao Miyazaki.
Música: Jô Hisaishi.
Fotografía: Animation.
Reparto: Animation.
Productora: Studio Ghibli / Japan Airlines / Nibariki / Nippon Television Network Corporation (NTV) / TNNG / Toho Company / Tokuma Shoten
Género: Animación.

Sinopsis:

Marco Pagotto, conocido por todos como Porco Rosso, es un antiguo piloto militar de la I Guerra Mundial, que a causa de un misterioso hechizo posee la apariencia física de un cerdo. Vive en una pequeña isla del Adriático y se dedica a luchar contra las bandas de piratas aéreos. Tras frustrar los planes de la banda de Mamma Aiuto, éstos contratan a Donald Curtis, un piloto norteamericano, para que luche con él.Aunque Porco trata de rehuir el enfrentamiento, finalmente Curtis le derriba y deja su hidroavión totalmente destrozado.

A fin de reparar su hidroavión, Porco marcha a Milán, al taller de su viejo amigo Piccolo, y allí descubre con sorpresa que la ingeniera que se hará cargo de la tarea es Fio, la jovencísima nieta de éste, una muchacha de diecisiete años criada en América que profesa una gran admiración por las hazañas de Marco Pagotto y por el mundo de los pilotos de hidroaviación. Tras algunos reparos al principio, Porco finalmente consiente que Fio se haga cargo del delicado trabajo.

Con el avión nuevo, Porco regresa a su isla acompañado de Fio, que se ha empeñado en ir con él para poder darle los últimos retoques a la aeronave (y asegurarse de cobrar la factura), y allí se encuentran con un inesperado comité de bienvenida... Al final, Porco tendrá que vérselas de nuevo con Curtis en un emocionante duelo en el que se pondrá en juego mucho más que su propio honor.

Interesante:

Realizada al cien por cien siguiendo técnicas de dibujo y animación tradicional (sin ordenadores), merece la pena pausar la película y recrearse en la gran belleza de los decorados, todos pintados a mano, y algunos de ellos tan hermosos y detallados que ni siquiera parecen dibujos. De hecho, si algo pone de manifiesto esta obra es el gusto por el detalle, la meticulosidad y el cariño que Miyazaki siempre pone en todas y cada una de sus creaciones. Pero no sólo son los decorados. La animación, aunque no alcanza ni de lejos el nivel de las obras norteamericanas, está realmente lograda, sobre todo en las escenas aéreas y muy particularmente en el duelo final.

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