FICHA TECNICA
Título: Oro en barras
Título original: The Lavender Hill Mob
Dirección: Charles Crichton
País: El Reino Unido
Año: 1951
Duración: 81 min.
Género: Comedia
Reparto: Alec Guinness, Stanley Holloway, Sid James,
Alfie Bass, Marjorie Fielding, Edie Martin, John Salew, Ronald Adam,
Arthur Hambling, Gibb McLaughlin, John Gregson, Clive Morton, Sydney
Tafler, Marie Burke, Audrey Hepburn,
William Fox, Michael Trubshawe, Ann Hefferman, Jacques B. Brunius,
Eugene Deckers, Paul Demel, Andreas Malandrinos, Cyril Chamberlain, Tony
Quinn, Moultrie Kelsall, Christopher Hewett, Meredith Edwards, Patrick
Barr, David Davies
Distribuidora:
Universal Pictures
Productora: Ealing Studios
Departamento musical: Ernest Irving
Dirección: Charles Crichton
Dirección artística: William Kellner
Efectos especiales: Sydney Pearson
Fotografía: Douglas Slocombe
Guión: T.E.B. Clarke
Maquillaje: Ernest Taylor, H. Wilton
Montaje: Seth Holt
Música: Georges Auric
Producción: Michael Balcon
Producción asociada: Michael Truman
Sonido: Leslie Hammond, Stephen Dalby
Vestuario: Anthony Mendleson
Sinopsis:
Henry Holland lleva años trabajando como abnegado empleado. Nadie
sospecha que su sueño consiste en robar los lingotes de oro del Banco de
Inglaterra.
Un día la fortuna le acompaña cuando conoce a un artesano, Pendlebury, quien fabrica pequeñas torres Eiffel para vender a los turistas. Con la ayuda de dos rateros, Lackery y Shorty, consiguen dar el golpe. Y para poder sacar los lingotes de oro del país, funden el oro y lo introducen en pequeñas torres Eiffel fabricadas por Pendlebury.
Interesante.
Oro en barras pertenece a esa serie de comedias que dieron renombre a Ealing Studios. Se caracterizaban y distinguían por su humor amable, sus historias siempre tomando como protagonista al hombre común, personajes anhelantes de cambiar su triste condición social o bien luchando por sus tradiciones ante la llegada de un mundo moderno siempre hostil y la sencillez del pasado frente a la deshumanización de los nuevos tiempos.
En medio de la ferrviente oleada de películas sobre atracos de los primeros años cincuenta apareció Oro en barras. Una cinta que refleja como pocas lo efímero de la vida, como si no fuera más que eso: un fulgor, un brillo, una pavesa encendida por un instante en medio de la oscuridad. Está repleta de secuencias enloquecidas, de humor frenético y siempre inteligente, más apegado a lo visual, a los pequeños gestos y miradas que a las grandes parrafadas.
En ella subyace toda esa extraña melancolía que se resume y golpea con fuerza en el maravilloso plano final, una sola imagen para explicar, dar sentido y hacernos pensar en todo lo que hemos visto. Merece la pena dedicar un poco de nuestro tiempo para verla.
Un día la fortuna le acompaña cuando conoce a un artesano, Pendlebury, quien fabrica pequeñas torres Eiffel para vender a los turistas. Con la ayuda de dos rateros, Lackery y Shorty, consiguen dar el golpe. Y para poder sacar los lingotes de oro del país, funden el oro y lo introducen en pequeñas torres Eiffel fabricadas por Pendlebury.
Interesante.
Oro en barras pertenece a esa serie de comedias que dieron renombre a Ealing Studios. Se caracterizaban y distinguían por su humor amable, sus historias siempre tomando como protagonista al hombre común, personajes anhelantes de cambiar su triste condición social o bien luchando por sus tradiciones ante la llegada de un mundo moderno siempre hostil y la sencillez del pasado frente a la deshumanización de los nuevos tiempos.
En medio de la ferrviente oleada de películas sobre atracos de los primeros años cincuenta apareció Oro en barras. Una cinta que refleja como pocas lo efímero de la vida, como si no fuera más que eso: un fulgor, un brillo, una pavesa encendida por un instante en medio de la oscuridad. Está repleta de secuencias enloquecidas, de humor frenético y siempre inteligente, más apegado a lo visual, a los pequeños gestos y miradas que a las grandes parrafadas.
En ella subyace toda esa extraña melancolía que se resume y golpea con fuerza en el maravilloso plano final, una sola imagen para explicar, dar sentido y hacernos pensar en todo lo que hemos visto. Merece la pena dedicar un poco de nuestro tiempo para verla.
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